Esta historia es corta y te tomará 15 minutos leerla; lo sé porque los cronometré. Es algo que sucedió durante una comida con 4 grandes e interesantes personajes: un gourmet, un entertainer, un poeta y un nerd. El sentido común dice que ninguno de ellos debería tener algo que ver con los otros y que incluso probablemente ni tendrían de qué platicar, pero la realidad es sorprendente. Esta es una de esas historias que tienes que leer; nadie te la puede contar porque simplemente no sería igual y estoy seguro que te va a gustar.
Nos vimos en casa de un conocido, Silvano, el gourmet. Llegué y ya estaba Manolo, el poeta, quien me abrió la puerta y me dijo: “Disculpa un momento, que me desenredo. Sírvete entre tanto, lo que te apetezca, hay un licor que hiere salvaje”. La verdad no supe a qué se licor se refirió, pero a los pocos minutos llegó P.N. Lindeman, el entertainer. Ya saben, los que se dedican a ese negocio tienen nombres particulares que significan cosas que son como su “statement” o su “branding”. Después llegó el nerd, que francamente no tiene una particular predilección por cómo le llame la gente porque sus preocupaciones son otras, y bastante grandes por cierto. Pero como apenas llevo un párrafo y ya estoy estereotipando gente, mejor le sigo y me guardo los nombres reales para no caer en problemas.
Al señor P.N. Lindeman, lo conocí ese día. Y en verdad es todo un entertainer; es joven y de un aire ligero, pero también tiene su caractercillo y desde algunos ángulos es algo complejo y sofisticado. Digamos que tiene capas que uno va descubriendo mientras lo conoce. Cuenta historias de tierras lejanas en las que yo no he estado, pero hasta cierto punto creo que es conveniente. La imaginación es muy poderosa y a veces mejor que la realidad.
He platicado con Silvano en unas 3 ocasiones. Europeo, buen tipo, se ve que tiene algo de mundo, pero a ciencia cierta no conozco mucho de él, con excepción, claro está, de sus gustos culinarios, puesto que siendo un gourmet, cada vez que nos vemos todo gira en torno a comida.
A Manolo lo conozco desde hace muchos años, desde que era el último de la fila. Y como todo buen poeta, resulta ser todo un personaje. Es emperifollado, indirecto, ecléctico y todo lo que conversa es diferente. A veces hay que pensar mucho para entender lo que quiere decir, pero es una delicia melódica escucharlo aún y cuando no le entiendas.
Y el nerd, bueno, llevamos años de una relación muy interesante. Es una de esas en las que yo me limito a preguntar y a escuchar. Digo, si estás frente a una mente tan brillante, lo mejor que puedes hacer es poner atención. Él se dedica a las fronteras de la ciencia; anda en la onda del universo, la mecánica cuántica, la relatividad y demás; pero lo que lo hace tan especial es que, a diferencia de la mayoría de los que se dedican a eso, él es realmente bueno para explicar. Digamos que te cautiva, te captura y, para cuando te das cuenta, ya estás volando en su mundo. Este amigo fue el que dominó toda la comida; y miren que estaban ahí mismo un gourmet de mundo, un sofisticado poeta y todo un entertainer.
La plática empezó cuando le pregunté: ¿y en qué anda la ciencia hoy en día? “Pues mira, tenemos un serio problema de inventarios”. – ¡¿Qué? ¿Cómo que de inventarios?! – “Verás, todo lo que conocemos del universo, todos los planetas, las estrellas y galaxias, todo lo que está hecho de algo, de materia; resulta que es sólo el 4% del universo y no sabemos de qué está hecho el otro 96%”. – “¡Somos levedad!” exclamó Manolo, mientras el nerd continuó – “lo que sí sabemos es que 26% es alguna clase diferente de materia y sabemos que está ahí, pero no sabemos qué es”. – ¡¿Cómo?! – “Pues mira, lo que pasa es que todo lo que vemos desde aquí, desde nuestro planeta, es lo que emite o refleja ondas electromagnéticas (luz y similares), si no, ¿de qué otra forma lo veríamos?” – ¡Oooohhh! Pero, si no pueden ver ese 26%, ¿cómo saben que está ahí? – “Pues porque si no estuviera, las galaxias no existirían. Imagínate que son como remolinos de estrellas girando a velocidades muy altas, y que si no hubiera una fuerza gravitacional muy grande atrayéndolas hacia el centro, saldrían disparadas por todos lados. Sabemos que está ahí, pero como no sabemos qué es la llamamos materia oscura. Además, hay un 70% que es energía que está haciendo que el universo se expanda cada vez con más aceleración y de esa entendemos mucho menos; básicamente sabemos eso, que expande el universo y simplemente la llamamos energía oscura”.
Y exclamó Manolo: “¡Aaahhh! desiertos por habitar”. – ¡¿Qué? ¿Y tú que sabes Manolo?! – “Sí; lo que pasa es que si el universo se está expandiendo, se irá enfriando poco a poco, ¿no? y las estrellas se irán apagando una a una hasta que todo esto sea un desierto frío. Y yo como optimista que soy, quiero pensar que aún estaremos aquí y que andaremos deambulando en nuestros transportes interestelares buscando desiertos en donde habitar”. – El nerd peló los ojos y se le quedó mirando fijamente, como pensando “mira éste, muy poeta, pero bien que sabe”. Al cabo de unos segundos expresó: “Es correcto”. En eso irrumpe el entertainer, y dice: “En mi país sabemos vivir bajo la tierra; hay comunidades enteras que en el desierto han hecho sus casas bajo la superficie y se las arreglan bien. ¿Acaso será posible que cuándo el momento llegue, podamos todos hacer lo mismo?”. “Bueno, sí, puede ser” – dijo el nerd – “pero falta mucho para eso; quiero que entiendan que los tiempos cósmicos son realmente extensos”.
Y continuó: “Miren, todo esto lleva 13,820 millones de años avanzando desde el Big Bang, pero eso no es nada, nuestro universo es realmente joven y el tiempo que tardará en que se apaguen todas las estrellas es muchísimo más que el que lleva de existencia. Para que se den una idea, del tiempo que va a durar el universo en su totalidad, desde el Big Bang hasta que quede completamente frío y apagado, la vida sólo existirá en 0.0000-80 ceros-1 por ciento del tiempo. Es correcto, toda la vida que ha existido, que existe y existirá en todas las estrellas y planetas posibles, en todas sus formas, colores y sabores; TODA, sucederá únicamente durante un “1 por 10 a la menos 84”por ciento del tiempo que el universo existirá”. – ¡¿Quéeee?; o sea NADA! – “Sí, lo que pasa es que para que la vida exista se requieren condiciones realmente especiales y esas condiciones sólo pasan en un breve momento en toda la evolución cósmica; el resto del tiempo, bueno, digamos de manera simple que es demasiado caliente o demasiado frío como para que la vida se desarrolle, al menos, la vida como la conocemos. Realmente toda nuestra existencia y toda la vida acontecerán en un brevísimo instante cósmico. Y ese instante; ese instante es ahora” – Y todos con la boca abierta: WOOOOOW… ¡salud!, ¡salud!, ¡salud!, ¡salud!, ¡salud! –.
“Nunca el tiempo es perdido, sólo un recodo más en nuestra ilusión” – dijo Manolo –.
Interrumpió apresuradamente Silvano: “Yo entiendo que estén ahora muy preocupados por la cósmica, verdad, pero quiero que prueben esta ensalada que preparé especialmente para la ocasión. Es multicultural y multidisciplinaria como el grupo, multipais, multiregión. Lechuga romana del bajío mexicano, espinacas de California, olivas de Grecia, pimientos de España, pistachos de Irak, aceite de Israel, vinagre de Italia, uvas de Chile caramelizadas con azúcar de Veracruz y queso de cabra francesa ¡que por cierto berrea en francés!”… – ¡salud!, ¡salud!, ¡salud!, ¡salud!, ¡salud! –.
Y la ensalada fue toda una aventura, la verdad. Realmente incorporaba una gran variedad de sabores, aromas y texturas, era, como Silvano lo dijo, “multi”; fue todo un recorrido por diferentes regiones del mundo. Y después de haber permanecido callado la mayor parte del tiempo, ahora sentí y aproveché la oportunidad de decir algo, así que me lancé: “Ante algo como esto, uno no puede evitar pensar en las historias que hay involucradas. Todos estos ingredientes son seres vivientes que nacieron y crecieron al igual que nosotros. Cada uno de ellos tiene una historia como la nuestra y hoy convergen en esta mesa y en esta gran compañía; son historias que se mezclan con las nuestras, y de acuerdo a lo que acabamos de aprender, coinciden en tan sólo un instante en la escala cósmica; ¡es una coincidencia fantástica!” – ¡salud!, ¡salud!, ¡salud!, ¡salud!, ¡salud! –. Y continué diciendo: “te quedó increíble, gracias, Silvano”, – y de inmediato interviene apresurado: “Y espérate al plato principal, ya verás, te gustan las historias, ¿eh?, pues ya verás, ya verás”
Salió a la cocina y mientras tanto P.N. Lindeman nos contaba como en su tierra, que es enorme y verdaderamente está lejos de todo, tienen que llevar ingredientes de todas partes del mundo y eso ha hecho que la cocina local esté influenciada por muchas otras culturas que resultan ser bastante diferentes. Dijo: “Mi tierra es una sopa de muchísimas historias; ¡rica!”… – ¡salud!, ¡salud!, ¡salud!, ¡salud!, ¡salud! –.
Y en eso estábamos cuando regresó Silvano caminando apresurado con un plato de salmón y exclamó: “¡Ah, mira!, este he querido presentarlo así, naturalito, tiene sal de mar y al horno, es todo. Este pez es el gran nadador del planeta, recorre leguas sólo para reproducirse y después morir. Que historia tan increíble, ¿no les parece? Y por eso he querido dejarlo así natural, para que nos cuente su historia y que no sea interrumpida por las de otros ingredientes. Imaginen todo lo que vivió en su largo recorrido río arriba. Cualquiera que haya nadado un poco a contracorriente sabe que se necesita un gran carácter. Imaginen todo el esfuerzo a lo largo de miles de kilómetros; esfuerzo que terminó constituyendo estos fantásticos filetes que no son más que músculos forjados por la determinación. Si no fuera por eso, su carne no sería tan espectacular”.
Caras de asombro fue todo lo que pudimos expresar y luego llegaron las de maravilla al probarlo. Increíble resulta que por un lado te estremezca pensar que toda la vida posible del universo sea un breve instante y luego pruebas algo muy terrenal, que al mismo tiempo es una larguísima historia de esfuerzo. Estaba el salmón realmente fenomenal; o probablemente sería el contexto y el efecto de escuchar la historia completa, o el hecho de conectar la tenacidad del pez con los estímulos que su carne provocaban en mis papilas gustativas y mi olfato. ¿Por qué será que cuando oímos lo que hay detrás de las cosas cotidianas nuestra percepción cambia? Y si nuestra percepción cambia, también cambiamos nosotros; ¿será acaso que las historias nos cambian?
“Lo más curioso de todo esto para mi”, – continuó el nerd –, “es que la mayoría de los átomos que forman todo esto que acabamos de comer, y la mayoría de los que nos forman a nosotros también, son unos pocos y los mismos”. – A ver, a ver, más despacio –. “Sí, mira, la absoluta mayoría de todos los seres vivientes están hechos de sólo cuatro elementos: carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno; los demás son sólo trazas. Entonces la pregunta es: ¿Cómo es que se pueden combinar sólo 4 átomos en tan diferentes formas y dar toda la diversidad que vemos a nuestro alrededor? Todas las plantas, bacterias, insectos, animales y nosotros somos el mismo caso y somos millones de especies en todo el planeta. Supongo que la explicación es la del juego de Lego, donde con sólo unos pocos tipos de “ladrillitos” diferentes, y grandes cantidades de ellos, puedes armar la figura que quieras; aunque la verdad es que los de la naturaleza siguen siendo misterios por resolver. Como físico y hombre de ciencia te puedo explicar muchas cosas, pero hasta ahora sólo podemos llegar hasta cierto punto; para el resto necesitas a Manolo el poeta” – ¡¡JAJAJAJA!! reímos todos y Manolo gritó: “Bueno, ¡no me volteen a ver a mi!, yo tan solo me conformo con describir lo bien que huelen los pinos cuando el sol los calienta; ¡somos levedad!”… – ¡salud!, ¡salud!, ¡salud!, ¡salud!, ¡salud! –.
Y así, la reunión continuó por largo rato, seguimos hablando, rebotando palabras, riendo y filosofando hasta el punto de “no aguantar lo a gusto”, como dicen en Sonora. Platicamos de hoyos negros, de relatividad, de cómo se puede y no se puede viajar en el tiempo, de cómo no hay un solo universo, sino que posiblemente hay muchos, todos, de hecho. Fue un recorrido de preguntas y temas que te mueven el tapete, que te sacan de base, que cuestionan lo que tú percibes como realidad, que te toman por asalto, te golpean, te secuestran, te maltratan y al final, después de todo y a pesar del ajetreo… quieres más.
Fue todo un viaje.
Pero ahora, mi querido lector, creo apropiado revelar las identidades de los asistentes. Todo esto sucedió un día que por ocupaciones de mi familia no hubo comida en nuestra casa, tu casa, y entonces salí a comer. El lugar fue Silvano’s (el gourmet) y acompañé los alimentos con 2 copas de Pinot Noir de la casa Lindeman de Australia (el entertainer). Mientras todo esto sucedía, en mi “player” estaba escuchando música de Manolo García (el poeta), que hace muchos años era el vocalista de “El Último de la Fila” y luego se lanzó como solista; tiene varios discos y escribe de una manera bastante peculiar que a mi me gusta y me parece interesante. Y frente a mi tenía un libro de Brian Greene (el nerd), que por cierto no tiene nada de nerd y lo admiro profundamente, simplemente usé ese término porque “científico” es una palabra que a veces no invita a leer cuando la ves en el título y porque “nerd” últimamente ha ido adquiriendo tonos de “cool”, gracias a la TV. Brian es un físico teórico de Columbia University y es unos de mis autores preferidos, en especial el libro: “El Tejido del Cosmos”.
Así como fui escribiendo fue como más o menos fueron sucediendo las cosas. Lo que dijo el poeta fueron letras de las canciones que estaba escuchando, lo que dijo el nerd fueron cosas que fui leyendo, lo que dijo el entertainer fueron cosas que me fui imaginando al probar sus diferentes capas y lo que dijo el gourmet fueron las sensaciones que percibí mientras comía lo que pedí. Es que al comer de alguna manera los ingredientes te están contando sus historias y estás conversando también con el chef. El vino te comenta en sus aromas a cerca de sus orígenes, el clima de su región y el sabor de su tierra. Cuando escuchas una canción estás sintiendo lo que su compositor trató de transmitir al componerla y al leer un libro estás dejando que el autor te platique lo que está en su mente. Todas son conversaciones.
Y lo maravilloso de todo es que durante ese viaje ¡todos esos diálogos estaban pasando por mi mente y mis 5 sentidos al mismo tiempoooo! Resulta difícil de creer como aspectos de la vida tan distantes pueden coincidir en un momento del tiempo, pero no sólo eso, lo verdaderamente increíble es que además se sincronizan y en la mente pueden quedar perfectamente relacionados, aunque a simple vista no lo estén. La vida es verdaderamente sorprendente, si así lo deseas.
Pero lo más importante es no olvidar que el que dominó el rato fue el nerd; el libro. Y no quiero con esto sugerir que leas ciencia, bueno, para ser honesto me encantaría, sin embargo lo fundamental y trascendental es el hecho de LEER. Porque leer transporta la mente; el libro te la quita, la hace vibrar, la hace volar y luego te la regresa; pero siempre te la regresa cambiada, así que ya nada es exactamente igual. Leer es viajar; como también lo es comer, escuchar música, degustar vino y muchas otras cosas que seguramente te gustan a ti, mi querido lector.
Honestamente te digo que los personajes de esta historia, hombre, me gustan, pero fueron simplemente los personajes de ese día y bien pudo haber sido otro restaurante, otra música, otra bebida y otro libro; el efecto hubiera sido el mismo. ¿No te gusta la ciencia? Con Brian Greene te va a gustar y no te va a parecer “ciencia”, lo prometo, pero si aún así no es lo tuyo, no importa, toma un libro de lo que quieras, de lo que más te guste y LEE; pero no desperdicies la oportunidad y hazlo todo un evento, un suceso, una aventura; rodéalo de lo que más te guste y haz que las historias confluyan a través de todo tu ser; satura tus sentidos, tu mente y tu corazón; al final de todo son átomos que no tienen edad y no se cansan; que no se te olvide.
Si tomas un libro, cuando lo dejas ya no eres el mismo y hasta ahora nadie se ha muerto por leer demasiado, así que absorbe, mama, satúrate, atáscate. Ya estás aquí en este rincón del multiverso de cualquier forma y estás en lo que será un brevísimo instante en toda la evolución cósmica.
Llévate todo.
Juan Valles
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